¿Cómo recomendarle a tu pareja, amigo, o familiar ir a terapia?

Si has notado que una persona muy querida para ti podría obtener muchos beneficios de iniciar un proceso terapéutico pero no sabes cómo plantear esta posibilidad porque sientes que podría tomarlo a mal, ofenderse, sentir que es una falta de respeto o incluso tomarlo como un insulto, entonces este texto es para ti.  

Poder hablarle a una persona cercana y querida sobre los beneficios que un profesional de la salud mental podría brindarle está muy bien y si se recomienda. Sin embargo, es importante mencionar que n esta situación existen algunos factores a tomar en cuenta, como por ejemplo está el hecho de que para esta persona tú eres uno de sus mayores aliados, entonces el estigma y los prejuicios que acompañan ir a terapia psicológica podría generar algunos sentimientos difíciles y diversas complicaciones tanto en esa persona como en su relación.

 No importa la situación, lo que NO se debe decir son expresiones como “estás loco”, “necesitas un psicólogo”, “estas tan mal/roto/disfuncional que debes ir a terapia”. Este tipo de lenguaje lleno de juicio y crítica va a herir los sentimientos de esa persona, le hará sentirse atacado y por ende él o ella reaccionaran de una manera defensiva y esto podría desencadenar una pelea, generando un resultado totalmente opuesto al que buscamos.

 El objetivo entonces es plantear la idea de acudir a terapia en un buen momento, tenemos que escoger un lugar, espacio y tiempo en el que sientas que tanto tú como la otra persona se sientas cómodos, cercanos y conectados. Se podría empezar por mencionar la actitud o el comportamiento que te preocupa y siempre recordarle que su bienestar es lo más importante para ti. Por ejemplo podrías decir algo como “he notado que últimamente no tienes la misma gana o energía por hacer cosas que antes disfrutabas hacer. Estoy preocupado por ti y quiero ayudarte a sentirte mejor”, o algo como “siento que estás muy estresado últimamente, creo que tengo una idea que podría ayudarte”.

 El siguiente paso será hablar desde la experiencia, si tú si has ido a terapia podrías compartirle tu proceso o el de alguien cercano y contarle cómo la terapia psicológica ayudó a mejorar una situación y por ende la vida, o incluso podrías informarle de los beneficios que están comprobados y se escuchan por ahí. Desde este punto de vista la persona normalizará ir a terapia, y por ende se sentirá más confiado de hacerlo. El segundo paso será ofrecerle tu ayuda para buscar al psicólogo/a adecuado para esta situación, aquel especialista que se ajusta a los acontecimientos por los que la persona está pasando así como a su presupuesto.

 Es clave recordar que una persona nunca disfrutará sentir que es un problema. Por lo que, si percibes que la idea es vista de forma negativa, el tercer paso sería preguntarle ¿por qué no quiere ir?, ¿cuáles son las razones que le impiden acudir a una primera cita e intentarlo?. Aquí será clave utilizar nuestra empatía y comprender sus razones; y ya desde este punto tratar de explicarle por qué podría ser una experiencia positiva eliminando prejuicios o pensamientos erróneos juntos.

 Ten en cuenta también que esta persona podría necesitar más tiempo del que te imaginas, incluso no aceptar ahora, sin embargo, debes tener en cuenta que esta posición si puede cambiar. Es importante no presionar de forma abrupta, y cuando se hable del tema hacerlo amable y directamente. También es bueno recordar que una persona tiene que decidir ir a terapia por sí misma, y debe estar dispuesta a hacer el trabajo necesario que logra cambios, ya que si solo lo hace para darte gusto a ti; no se podrá sacar todo el provecho a este proceso.

 Una persona que inicia un proceso terapéutico estará más concentrada en sí mismo, en su salud, en poner límites, en comunicarse de forma más adecuada, mejorando y cambiando constantemente muchos aspectos que han sido parte de su vida durante mucho tiempo. Por esta razón, si ya accedió a ir a terapia podemos permanecer presentes, dejar la puerta abierta a la posibilidad de que nos comparta lo que ha reflexionado, los cambios que está haciendo, los beneficios que ha obtenido, pero también resulta fundamental saber respetar el espacio del otro si no quiere compartir esta información con nosotros.

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